Curso De AcompañAnte Terapeutico En Belgrano 2019



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Empezó a dictarse el curso de extensión universitaria Acompañante Terapéutico, Promotor de Salud y Asistente de Personal Discapacitado”, con el respaldo de la Universidad Siglo veintiuno, sede Gualeguaychú. Se trabaja con pequeños, adolescentes, adultos y ancianos; con necesidades singulares, desordenes sensibles de la conducta, psicosis, pacientes en situaciones críticas (depresiones profundas, accidentes, etcétera), fobias, personas con adicción curso de acompañante terapeutico capital a la droga, asimismo para los casos de anorexia y bulimia, enfermos en estado terminal entre otros.


Instrumentar la capacitación del Acompañante Terapéutico (AT), determinando su función específica, brindándole asesoramiento técnico a fin de dotar al AT de los conocimientos necesarios que le permitan efectuar acciones conjuntas con los profesionales en las tareas de promoción, asistencia y rehabilitación, tendientes a mejorar la calidad de vida, socialización y también inserción laboral, colaborando en el desarrollo de conductas participativas del acompañado.


La formación y especialización de profesionales de la salud provenientes de carreras no médicas (Enfermería, Kinesiología, Fonoaudiología, etcétera. Va a ser un curso teorético clínico, con acento en lo clínico y las personas pueden ser de extensa gama (salud, docencia público normalmente).


- Distinguir entre distintas posturas clínicas: Por una parte la sistematización de funciones del Acompañante Terapéutico, definidas a priori, por otro la función del Acompañante Terapéutico definida en función de la estrategia de su tratamiento y de las peculiaridades de cada caso.


Coordinación e Investigación del Acompañamiento Terapéutico (C.I.A.T.) con personería jurídica número 35449, es una entidad sin fines de lucro que se dedica a la capacitación, coordinación, supervisión e investigación del acompañamiento terapéutico, contando con una vasta lista de socios que crece año a año con la misma velocidad y profesionalismo que la demanda lo requiere.


El acompañamiento terapéutico piensa la facilitación de la incorporación social de las personas que padecen un malestar psíquico, físico o relacional. Se transforma, entonces, en un servicio de acompañamiento sanitario y popular.Los nuevos niveles socioeconómicos y políticos en la Argentina, sumados a los cambios epidemiológicos de el último período, provocaron transformaciones en las condiciones de vida y en la cotidianeidad de la red social y uno de esos cambios en especial son los métodos de enfermar de la gente, sin que aún se hayan revertido adecuadamente las estrategias de respuesta en el sistema de salud para mitigarlos.No es que ya no hagan falta hospitales, ni medicamentos ni médicos, pero la actual prevalencia de padecimientos que están más vinculados con el comportamiento, tanto individual como social, nos plantea una urgente revisión de conceptos y operatorias que rigen las prácticas en los servicios de salud.Las patologías crónico-degenerativas, como también los accidentes traumáticos y de crueldad de diferente clase, sumados a la más grande supervivencia de pacientes con enormes déficits psicofísicos, han incrementado los índices de discapacidad, dejando a cientos de personas limitadas para enfrentar sus ocupaciones corrientes, tanto las similares con la vida productiva como la popular.La discapacidad, según con la ordenación en todo el mundo del desempeño, de la Discapacidad y de la Salud (OMS) es un término genérico que comprende deficiencias, restricciones de la actividad y limitaciones a la participación.La persona con restricciones físicas, sensoriales o mentales sufre la discapacidad no por los males en sí mismos, sino como producto de sus derivaciones, oséa, por la exclusión de oportunidades educativas, laborales y de los servicios públicos que estas últimas desarrollan y son esas condiciones de aislamiento las que el sistema todavía no consigue modificar.En la Argentina, según el último Censo 2010, el 12.9% de la población tiene alguna discapacidad, lo que implica más de 5 millones de personas, de las cuales el 11.7% son menores de 15 años y el 48.5% está entre 15 y 64 años, oséa, compromete a la gente más joven.Visto desde una visión económica, el incremento de la discapacidad y de la expectativa de vida y la reducción de la tasa bruta de mortalidad causan un aumento en el índice de dependencia (proporción de población no económicamente activa en relación a la gente económicamente activa), lo que significa un incremento de la cantidad de personas pasivas cuyos beneficios sociales deben ser provistos por la población activa. por lo tanto, esto justifica ampliamente las pretenciones de reformulación de los servicios y las costumbres de atención con prácticas, diferenciadas, menos complicadas, menos costosas y más oportunas.Por otro lado, la circunstancia se complica todavía más si sumamos las cuestiones de salud-enfermedad asociadas con una cultura de hiperconsumo que originan, al margen de las sustancias involucradas, situaciones de riesgo sobreagregadas.En ese marco, el sistema de salud en la Argentina, que todavía es fragmentado y destinado a la utilización desmedida de la alta dificultad y tecnología (entendida como aparatología) enfocada, ordena a un replanteo sobre la formación, el desempeño y la potencialidad de los equipos de salud.Tanto el financiamiento como el aspecto formativo han conspirado con la esencia misma del arte de curar, que es cuidar (origen etimológico de la palabra medicina, cuyo significado es: sanar, aliviar, cuidar), figura que debe ser recuperada en todas las instancias y los principios de las nuevas modalidades de actuación.Lo “mental” y lo “no mental” del acompañamientoEl acompañamiento terapéutico constituye, para algunos, un dispositivo y para otros, una utilidad y tiene su origen hace varios años en el campo de la salud psicológica, desde la publicación, en 1947, de un libro de la Dra. M. A. Sechehaye –una terapeuta suiza– que otorga cuenta de una de las primeras vivencias en este tipo de abordaje.Podríamos asegurar que, aun hoy, el acompañante terapéutico (AT) se mantiene estrechamente relacionado con dos cuestiones principales: por un lado, con el criterio psi del acompañamiento, y además, como la costumbre situada en relación con la medicina privada.Posicionados en una visión integral e integradora de la salud y a pesar, como dice Mías(2008), de los acuerdos existentes respecto de la indivisibilidad de la salud del sujeto, en la costumbre por el momento resulta complicado la aplicabilidad de dichos conceptos, más allá de que el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales IV (DSM-IV) mencione como anacrónica la distinción entre trastornos mentales y físicos, (American Psychiatric Association, 1995). Para revertir dichas ocasiones, el AT necesita de un más grande afianzamiento como integrante del equipo de salud, posicionarse como mediador que suma la cotidianeidad del paciente y acerca las distancias que habitualmente hay entre la persona que padece y la institución responsable de la atención.Pero eso necesita una nueva visión de lo que implica institución, aceptando que el llevar a cabo además crea institucionalidad, reconociendo que los equipos de trabajo articulados, y no sólo el hospital o los centros de salud, son instituciones. suponer la institucionalidad nos obligaría a la cita de numerosos pensadores y académicos, pero tomamos el planteamiento de Castoriadis (1998) que afirma: “entiendo por institución normas, valores, lenguaje, utilidades, métodos y procedimientos de hacer frente a las cosas y de hacer las cosas…” y sigue: “aquello que mantiene unida a la sociedad es una institución.”De esa forma, el AT se irá instituyendo en el sistema sanitario desde el propio ejercicio, pero sabiendo que se es acompañante sólo acompañando.En momentos en los que las instituciones no sólo sanitarias sino educativas, jurídicas y sociales, entre otras, han naturalizado funcionamientos expulsivos, el AT puede facilitar una comunicación más directa con la persona padeciente, la familia y el conjunto tratante, además de hacer más simple la territorialización de la atención. Territorializar no remite sólo a territorio área geográfica donde se debe intervenir, sino además, y primordialmente, a territorio sector relacional. oséa, como plantea Chiara (2011): “supone distintos métodos de apropiación del territorio, que se ponen además en juego en la construcción de la estructura sanitaria”.Dicha acción comporta la oportunidad de una apertura de las instituciones nombradas a realidades y dinámicas sociales complejas, frecuentemente desconocidas por el desempeño endogámico en que se ha caído.Pero para profundizar dicho desarrollo, la formación y la actividad de los agentes tienen que salirse de las viejas prácticas y los modelos ideológicos dogmáticos, evitando quedar atrapados en el mismo funcionamiento; ello piensa un profundo enfrentamiento en todos los espacios formativos y de gestión, que interpele además la voluntad de todo el conjunto de salud para diluir probables resistencias.Visto desde una perspectiva integradora de la salud, el AT es entonces un trabajador sanitario, capacitado para proteger, calmar en distintas situaciones y males, ya sean psíquicos, físicos, sociales o académicos, a modo de gadget preventivo. El acompañante, en estos términos, va a ser un nuevo integrante del equipo de salud pública complementario, facilitador y promotor en la labor de reforma del modelo de atención. Un modelo de atención que, además, pone en compromiso al propio sistema por lo desgastado y poco efectivo.El AT supone, en ese marco, hacer más simple la inclusión social de la gente que padecen un malestar psicológico, físico o relacional y suponer la salud sin un territorio especial. Se transforma, entonces, en un servicio de acompañamiento sanitario y social, pero de modo vivencial y no interpretativo, con potencialidad de fomentar capacidades remanentes y generar programas solidarios de contención para lo cual poner el cuerpo es su utilidad principal.


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